La tribuna

Las cosas claras

Tras el fin del estado de alarma, hay que objetivizar indicadores para explicitar el porqué de cada decisión y cuál puede ser su impacto en costes de salud y de economía

Terrazas abiertas en el primer día de la desescalada de 2020 en la plaza de la Revolució de Gràcia. / Ferran Nadeu

El 9 de mayo se acaba el estado de alarma. El paraguas legal que esto suponía para la toma de decisiones se difuminará en gran parte, volviendo a la necesidad de que las decisiones, las que les parezca, sean apoyadas por el aparato jurídico correspondiente. O no. Nuevamente, los jueces harán de epidemiólogos y lo que aquí será válido, unos kilómetros más allá estará prohibido. Tenemos experiencia. Ojalá esta vez no fuera así. Pero tenemos experiencia, y no solo en el campo de la epidemiología.