Las estrategias de la extrema derecha siempre son, al final, violentas. La violencia no es un aditivo, sino una esencia, porque el fascismo se alimenta, se justifica, a través del ejercicio de la fuerza. Puede haber momentos –como pasa en Francia con la 'normalización' de Marine Le Pen– en los que la táctica consista en seducir con argumentos populistas que atrapen las conciencias de colectivos quejosos con el poder o desengañados.
Pros y contras
El fascista moderno
Dicen que en España no hay fascismo, quienes, conscientemente o no, ayudan a reforzarlo, con una sistemática banalización del mal
Manifestantes hacen el saludo fascista en un desfile de Madrid. /
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