Como tanta gente, de hecho como toda, yo también tenía al Vivales Puigdemont por un cobarde. Eso de montar una revolución y al primer bofetón huir sin mirar atrás, no tiene precedentes. Fontanarrosa tiene un cuento sobre un boxeador a quien llamaban 'Terremoto' Vega, aunque no porque causara estragos en los rivales sino porque temblaba cada vez que subía al cuadrilátero. Si el 1-O pasa a la historia, será por los temblores de 5,7 en la escala Richter que se dejaban sentir en todos los pueblos por los que pasaba el coche que llevaba escondido al Vivales en dirección a quién sabe dónde, pero lejos de Catalunya y de la Guardia Civil. Tal es la imagen que ha legado. Ahora bien, siguiéndolo en Twitter -su única función como presidente de la 'republiqueta' virtual es escribir en esta red- he comprendido que mi juicio sobre él era precipitado, erróneo e injusto. Este hombre está hecho de la pasta de los héroes, y no solo porque comparta techo con el pianista Comín.
Anécdota del 'expresident'
El Zar Amarillo, héroe desde jovencito
Siguiendo a Puigdemont en Twitter he comprendido que mi juicio sobre él era precipitado, erróneo e injusto
Carles Puigdemont, en rueda de prensa en el Parlamento Europeo. /
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