Habrán visto las imágenes del niño que, solo y sin amparo, buscó el auxilio de un policía que patrullaba la frontera de Estados Unidos. Hacía semanas que esa realidad andaba en los medios de comunicación y se conocía que miles de personas estaban en una situación semejante, en la misma soledad y el mismo desamparo. Pero fueron los pocos segundos del vídeo los que conmovieron, como si todas las palabras que se hubiesen escrito antes, capaces de describir el detalle más pequeño, cupieran en una escena breve y sin nada, que sólo tenía la angustia de un niño: “Tengo miedo”, decía él. Así se remueven ahora las conciencias, a golpe de vídeos virales hechos como de papel, para que prendan en una llamarada intensa, contagiosa, de la que al poco apenas quedan los restos.
Una nueva realidad
El dilema del vídeo
Habitamos un mundo que necesita pruebas y las quiere en imágenes, porque en algún momento dejó de servir lo que valió por milenios: la palabra
Los hermanos rescatados en la frontera de EEUU con México. /
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