Incluso en democracia, hay cuestiones intolerables y opiniones muy poco respetables. Verbigracia, las de Vox, un partido intolerable por intolerante, lo contrario de demócrata y cuyas actuaciones son tan poco respetables como sus juicios de valor, ridículos a menudo, nacidos de la ignorancia o de la maledicencia premeditada, dos armas muy peligrosas en manos de un cargo público. Vox es un partido monoaural, de discurso unidireccional y de imposible retorno. Más mono que aural, qué duda cabe, cercano al Neolítico y puro de caverna, donde las palabras rebotan de forma alocada de pared a pared y del suelo al techo sin salir de la cueva, hasta hacer enloquecer a sus habitantes en mitad de un griterío ininteligible que enardece a la manada y pone en peligro la convivencia dentro y fuera de la gruta.
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Frenar a Vox
Las continuas provocaciones de la ultraderecha y sus ridículas salidas de tono han dejado de ser tolerables y respetables. Urge un debate sobre su mantenimiento o salida de la legalidad democrática.
Santiago Abascal y Rocio Monasterio durante la presentación de la campaña de VOX para las elecciones del 4-M , en la imagen Santiago Abascal abandona el mitin fuertemente protegido. /
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