Siempre unos pasos por detrás, pero con la lengua bien suelta. Este podría ser el retrato de Felipe de Edimburgo. Sin embargo, la realidad siempre es más compleja y, en su caso, sigue siendo el miembro más desconocido de la familia real británica de la que parece saberse todo o casi. ¿Quién diría que este advenedizo llegado al palacio de Buckingham con escasas libras esterlinas en el bolsillo tras haber vivido de las ayudas de sus familiares durante la infancia y la juventud, y después de especializarse en la inauguración de placas y monumentos, encontraría solaz en la poesía y la teología, ciencia esta última de la que, al decir de varios clérigos, sabía un montón?
Apunte
El pararrayos de la reina
Isabel II y Felipe de Edimburgo en una celebración en junio del 2012. /
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