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Huevos imperiales

Los huevos más preciados de la historia no son ni de gallina ni de chocolate. Son de piedras preciosas. No existirían si no fuera por la Pascua y el gusto por las joyas de los zares de Rusia.

Huevo de Fabergé con réplica del carruaje del siglo XVIII que había servido para la ceremonia de coronación Nicolás II / Archivo

La Semana Santa culmina con la tradición de comerse los huevos. Ahora son de chocolate, pero antes eran simples huevos duros colocados encima de un modesto roscón de brioche. El huevo es un símbolo adoptado por el cristianismo procedente de otras religiones anteriores y que se asimiló a la resurrección de Jesús, del mismo modo que antes antiguas creencias también habían tenido rituales similares coincidiendo con el equinoccio primaveral.