Siempre que veo un programa de entretenimiento de los llaman del corazón (un festival de chismes, susurros y puños americanos) pienso que no se trata sino de una monumental construcción ficticia en la que se trata de remover la superficie para que la mierda que hay en el fondo emerja bajo el control del guión. Y pienso que no hay sino falsedad, y que los que intervienen, cuando firman el contrato que les obliga a desollar vivo a quien sea, también admiten que ellos mismos serán víctimas del monstruo, es decir, que también pasarán –por contrato– por el cadalso donde serán sacrificados.
Pros y contras
Ruedas dentadas
Rocío Carrasco, en un momento del documental. /
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