El alargamiento de la pandemia ha comportado duros peajes. Y no solo por el terrible coste de vidas perdidas, enfermos crónicos y hospitalizaciones sin cuento, sino en las pérdidas de renta y empleo y en el aumento de la pobreza. En abril de 2020, con las economías prácticamente cerradas, el FMI anticipaba que España vería caídas del PIB muy intensas en 2020, aunque en el contexto del famoso perfil en V: intensa contracción inicial y fuerte recuperación posterior. A toro pasado, es fácil comprobar que sus proyecciones incorporaban un optimismo infundado, aunque también cabe recordar, en descargo del FMI, que sus previsiones ofrecían dos escenarios adicionales: el primero, que la pandemia rebrotara con fuerza en la segunda parte de 2020; y, el segundo, que tras esa segunda ola, siguiera una tercera. En ambos casos, la contracción esperada del PIB se calculaba que acabaría siendo muy superior a la inicialmente prevista.
La tribuna
Más allá del covid
A pesar de los fondos europeos, hay poderosos intereses políticos, culturales y económicos a los que sirve el modelo productivo que prima el aumento del PIB basado en ocupación de bajo valor añadido
Un camarero recoge una mesa de una terraza de un restaurante del barrio de la Barceloneta. /
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