Hablas con unos y con los otros y constatas que el nivel de divergencia es notable. Más que eso: es un boquete en la pared del independentismo y no una rendija que se puede tapar con una capa de pintura. Recelos, rencores, lugares comunes que se repiten hasta el paroxismo, deudas antiguas, renovadas desconfianzas. En público, las trifulcas parecen una danza ritual que acabará en boda; en privado, se afilan los cuchillos con la saña del enemigo más irascible.
Pros y contras
Rituales y cuchillos
Pere Aragonès y Laura Borràs, en el Parlament, tras la primera sesión del debate de investidura. /
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