Tensiones en el independentismo

El juego de la gallina entre Aragonès y Puigdemont

Puigdemont necesita tiempo para culminar la operación de descrédito de Pere Aragonés que empezó hace tiempo

Carles Puigdemont, en rueda de prensa en el Parlamento Europeo. / AFP / JOHN THYS

Rugen los motores de dos coches, situados frente al precipicio. En uno va un conductor novel, mientras el otro está ocupado por un viejo zorro. Pere Aragonès se atreve por primera vez con el azaroso juego de la gallina. Carles Puigdemont lleva años tentando la suerte y hasta ahora siempre le ha salido bien. Laura Borràs espera a que Puigdemont le guiñe el ojo para dar la señal. Las reglas son tan sencillas como drásticas: el primero que frene será considerado un gallina por los miembros de la banda. El que aguante más asumirá el papel de líder indiscutible. Puigdemont está seguro de ganar, pero no las tiene todas consigo. Hasta ahora, nadie le había tosido el liderazgo y no entiende como este ‘cigronet’ (garbancillo) –así llaman a Aragonès en las redes independentistas más curtidas– se atreve. El candidato a 'president' de la Generalitat está hecho un manojo de nervios, pero cree que ha llegado su hora y acaricia el acelerador. El viernes, Puigdemont ganaba en todas las encuestas, pero hoy los pronósticos son inciertos. Al principio, todo el mundo dudaba de que Aragonès aguantara la mirada de su contrincante, pero Puigdemont comprendió pronto que el hombre que tiene al lado tiene más agallas de las que aparenta su aspecto aniñado. Cuando vio que Aragonès mantenía la segunda sesión para el martes, comprendió que no había más remedio que jugar la partida hasta el final.