Cuando el doble rasero es una política de Estado hay nulas posibilidades de cumplir el compromiso de restablecer el “liderazgo global y moral de EEUU”. En realidad, desde que en 1991 se convirtió en el único hegemón, Washington ha causado un enorme sufrimiento a numerosos países sobre todo con sus guerras, pero también con sus acciones encubiertas, sanciones, apoyo a dictadores y el encubrimiento de la barbarie de algunos de sus aliados más cercanos. Joe Biden, sin embargo, después del desastre que ha ocupado la Casa Blanca durante cuatro años, pretende convencer al mundo de que ahora será gobernado por un país ejemplar. Sus decisiones le restan credibilidad.
El liderazgo de Whashigton
El doble rasero como política de Estado
Si EEUU quiere dar ejemplo debería ser miembro de la Corte Penal Internacional o como mínimo no interferir en sus escrutinios a nacionales o aliados
Joe Biden este martes en un acto por el Día Internacional de la Mujer en Washington. /
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