Pros y contras

El aturdimiento

Habiendo perdido la presencia de espíritu (guardada, quizás, en el congelador) parece que vivimos en el paréntesis donde se nos han perturbado los sentidos

Una mujer observa a través de la ventana de su vivienda en Ourense durante el confinamiento, el pasado 19 de abril. / Efe / Brais Lorenzo

La última encuesta del CIS ha concluido que uno de cada tres ciudadanos ha llorado por culpa de la pandemia. Y más de la mitad han reconocido que están "cansados o con pocas energías". Es decir, vivimos entre lágrimas y sin ganas. Si no estalla el llanto es que no tenemos ni siquiera voluntad, aturdidos como estamos ante el mundo extraño. Y si lloramos, gastamos todos los esfuerzos entristecidos por las pérdidas, ensimismados en nuestra dejadez.