Vuelta al pasado

Jugar con un dinosaurio

Acaso porque estamos saturados de pantallas, parece que se han puesto de moda las máquinas de escribir

El periodista y escritor Ismael Nafría con una Olivetti. / RICARD FADRIQUE

He aquí una más de las muchas cosas raras que nos ha dejado la pandemia: parece que se están poniendo de moda las máquinas de escribir. Todo empezó en TikTok, una red social frecuentada por los más jóvenes, y con algunos vídeos que reproducían el sonido de las teclas o donde aparecía alguien mecanografiando y que se hicieron virales. En Estados Unidos han surgido negocios dedicados en exclusiva a la venta de máquinas de escribir y se han abierto bares donde los clientes pueden experimentar con ellas. En nuestro país hay sitios web especializados en todas sus variantes, entre las cuales las hay también nuevas, recién fabricadas, y de las mejores marcas. ¿Y para qué quiero una máquina de escribir en tiempos de ordenadores? Curiosamente, hoy se ensalza de ellas lo mismo por lo que se las descartó: son mecánicas (no gastan electricidad), requieren de una cierta destreza (en la que hay que ejercitarse), su ausencia de conectividad evita distracciones del usuario (es decir, fomentan la concentración), no dejan rastro digital de ningún tipo (dicen que los espías de todo el mundo las usan) y –atención– generan documentos únicos y originales, que con el tiempo pueden llegar a tener valor, como por ejemplo la copia original de una novela.