Cuatro brazos que tuviera, cuatro vacunas quisiera. Tal es mi fe en el pinchazo. Deseo la vacuna como Calixto desea a Melibea: "Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo". Si de algo me he contagiado es de amor a la vacuna. Cuento los días que faltan para la cita. Codicioso, administro mal la impaciencia. Tengo la edad suficiente (grupo 5B, me dicen que es el mío) para ser convocado en fecha no lejana. Un par de meses, calculo. Menos, con suerte. El proceso de vacunación que empezó en los últimos días de diciembre se celebra ya con moderado optimismo. Ojalá los viales aumenten y el ritmo se acelere. El optimismo aparecería, entonces, desbordado. Y el semáforo que regula la llegada al final del tunel pasaría de rojo a verde en un plis plas.
La vacuna
Cuatro brazos que tuviera
Frente al negacionismo de Victoria Abril, levanto un momumento –otro más– a la ciencia y al saber
Vacunación de personal del Hospital Clínic de Barcelona. /
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