Sigo, estupefacto, determinadas respuestas tras el ataque que sufrió la redacción de EL PERIODICO. Y quizás son más graves, más hirientes, más ilustrativas del momento que vivimos, las reacciones de quienes justifican la agresión que las roturas de cristales o las pintadas en la fachada. Percibo mucho odio, mucho rencor, una especie de exaltación de la violencia necesaria y justa para castigar a un medio que ha dicho cosas que no gustaban a los que ahora atizan ese fuego. Incluso he leído –de parte de personas con un potente bagaje intelectual– comparaciones más o menos sutiles (poco sutiles, de hecho) entre mi diario y rotativos que ayudaron en el vuelo de la serpiente de la ignominia.
Pros y contras
Los puros
Ataque a la sede de El Periódico
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