Puedo escribir los versos más tristes esta noche, nos dijo Pablo Neruda, y Joan Margarit pidió la vez. Años más tarde, Chile le concedió “al creador de la fuerza lírica de su lengua catalana y por la calidad de su poesía” el premio iberoamericano que lleva el nombre de quien había escrito aquellos y otros muchos poemas de amor y una canción desesperada. Se lo comunicaron desde Isla Negra, allí donde sobre rocas entradas en las aguas bravas del océano mal llamado Pacífico está la casa museo de quien el galardonado elogió “los versos más hermosos que se han escrito nunca”. Y a pesar de la distancia, la voz del posteriormente premio Cervantes, fuerte y contundente, grave y expresiva, hizo retronar las paredes impregnadas de recuerdos declamando un fragmento de 'Meditación' en el que el chileno reclama tener “el derecho al sueño soberano, a descansar con los ojos abiertos entre los ojos de los fatigados”.
Conocidos y saludados
Adiós, poeta
En auditorios, bibliotecas, salas y teatros, Joan Margarit compartió la voluntad de acercar al oyente y admirador, al lector y espectador, el clamor social de un mundo tan real como crudo
El poeta Joan Margarit, en el 2017. /
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