Libertad de expresión

Hasél, rebelde sin causa

Digámoslo claro. Hasél quería ir al talego para llamar la atención, porque como rapero su calidad artística no pasa de malote dando lecciones. Pero la prisión es una forma equivocada de tratar a personajes así

Los Mossos se llevan a Pablo Hásel detenido. / ACN / ORIOL BOSCH

Mal vamos si convertimos al rapero Pablo Hasél en un icono de la libertad de expresión. No es ningún héroe, sino alguien que desprecia profundamente la convivencia e incita al odio ("¡merece que explote el coche de Patxi López!", "¡no me da pena tu tiro en la nuca, pepero!" o "¡que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono!"). Su historial atestigua que no es tampoco ningún ángel: acumula hasta cinco causas penales, una todavía abierta y cuatro condenas, dos por agresiones físicas, una a un periodista en una rueda de prensa y otra a un testigo de un juicio contra un amigo. Y pese a ello no debería estar en la cárcel o, por lo menos, no por el impago de multas por injurias contra la Corona o contra las instituciones del Estado. Urge una reforma que despenalice ese tipo de delitos que hoy son anacrónicos.

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