Pros y contras

Desconsuelo de fuego

Aleixo Paz, protagonista de ’El niño de fuego’. / MOVISTAR +

Uno de los momentos más sobrecogedores de ‘El niño de fuego’ surge después de un concierto en el que Aleixo Paz estrena el rap que ha escrito: el padre y la madre se abrazan y lloran los hermanos. Han visto como Aleixo, que cuando tenía 8 años tuvo un accidente con quemaduras en un 90% de su cuerpo, conseguía uno de sus sueños, uno de los pocos anhelos que todavía le mantiene de pie: cantar letras arrebatadas, enrabietadas, desoladoras. Triunfa, por decir algo, en un pequeño local de Salt, pero a la vez lo hace desde el alarido, desde la llamada furibunda contra el destino que le ha tocado vivir, desde la desesperación.

La virtud de esta pieza de Ignacio Acconcia (Movistar +) es que no persigue el ideal de hacer ver que las buenas intenciones y el deseo de luchar conducen a la superación de los obstáculos. En la vida de cada día de este chico hay dolor, amarguras y tormentos, y una fragilidad enorme que se traduce en heridas en la piel y en el alma. Poco espacio para la conmiseración y para el sentimentalismo. Sobrevuela, incluso en los momentos de aparente placidez, o cuando se suelta bajo el agua, liberado del presente, el fantasma de un desconsuelo angustioso.