La prisión está ahí, como un muro, como una frontera. Una prisión excesiva por una lectura desmedida del delito de sedición. Una sentencia que dificulta la crítica, la exigencia de un necesario retorno a la realidad. Los presos del ‘procés’ están en campaña y la retórica inflamada impregna los discursos. "Liberación nacional", "represión del Estado", "resistencia pacífica"… Discursos en los que sigue sin asumirse ninguna responsabilidad por conducir a Catalunya a una ciénaga. Agua estancada y plantas que se enredan en nuestros pies. Palabrería que parece anclada en un mundo que ya no existe. Como si la globalización, la Gran Recesión, la pandemia o la oportunidad inigualable del Plan de recuperación para Europa no marcara la actual geopolítica.
Entretodos
Pienso en Euskadi y esos 188 proyectos con los que aspira a reinventarse. También en EH-Bildu y su voto a favor para salvar el decreto de los fondos europeos. Mientras, ERC y Junts votaron en contra, con la mirada pegada a las elecciones. La sentencia del ‘procés’ parece querer multiplicarse, apresando también el debate sobre el futuro. Como si no tuviéramos bastante con 10 años de parálisis.