En algunos momentos de mi vida me he sentido identificada con una divertida escena de la película ‘Mejor imposible’. Jack Nicholson, que encarna a un individuo mayormente odioso que padece varios trastornos de personalidad, recorre a zancadas las calles del Upper East Side de Nueva York, irrumpe como un ciclón en la consulta de su psicoanalista, ignorando a varios pacientes atónitos que esperan en la sala de espera, entra sin llamar a la sala donde el profesional atiende a otra persona, se planta frente a él y le grita un histriónico: «¡Socorro!».
Desmontando un tabú
Yo también voy al psicólogo
Actores, cantantes, futbolistas, escritores y otros personajes públicos reconocen su vulnerabilidad en una especie de #MeToo del psicoanálisis
Woody Allen.
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