Colonos, ñordos, putas… El catálogo de insultos proferidos por algunos miembros de la lista de JxCat es largo y variado. No lo es tanto su objetivo: degradar hasta la ‘descatalanización’ (es decir, la deshumanización) a los catalanes no esencialmente independentistas. Es importante la referencia a la esencia. En la carrera desenfrenada hacia el delirio que llevan algunos, ya no basta con proclamarse independentista. Es lo que tiene el fanatismo: siempre tiene hambre. Un día, el enemigo es el PP. El siguiente, el socialista. Después, los Comuns. Inmediatamente, Gabriel Rufián. Y así, hasta llegar al amigo, al vecino, al padre o al hijo. Está todo escrito en los libros de historia. 

Josep Sort, presidente de Reagrupament, el personaje que vomitó en las redes insultos xenófobos y machistas, ya ha dimitido. Quedan más. No deja de resultar inquietante que una de las tres listas que optan al pódium del 14-F reúna la mayor población de profesionales del agravio y la humillación. Una peligrosa combinación de agitación y abstracción, de agresividad y ensimismamiento, de ofuscación y ortodoxia. Donde no llega el pensamiento, se impone el insulto.