Pros y contras

Álbum imaginario

Objetos en un puesto de los Encants de Barcelona.

El libro de fotografías de Jordi Puig, ‘Àlbum de Familia’, es, como dice él mismo, "una ficción". Son imágenes que el artista, coleccionista que va en busca de un proyecto singular (‘El món segons Jordi Puig’), ha ido recogiendo en mercadillos. Fotografías que han salido de "la caja metálica de galletas" donde representaban un tesoro de la memoria particular y han ido a parar –porque alguien se las vendió, porque el propietario se murió, porque se arrinconaron sin piedad, polvorientas– a una tierra ignota, desprovistas de sentido. Aquella "mirada cómplice y cálida ha pasado a ser fría y pública".

No son de nadie. Puig las reúne y crea un nuevo sentido, un imaginario álbum hecho de pedazos y fragmentos que tiene la rara virtud, inquietante y misteriosa, de hacernos creer que se trata de una colección de nuestras fotos familiares. Como dice la profesora Cristina Massanés, "nos hieren en tanto que nos reconocemos en ellas". Yo he visto a mis padres, mis abuelos, en celebraciones y fiestas, en excursiones a la playa, jugando y bebiendo. Pero no están. También me he visto a mí, y no estoy. Son otros padres y otros abuelos, es otro niño el que se tumba en la arena.