Viernes, 21 de enero. El temporal Hortense pasó como una exhalación por Barcelona, cayeron algunos árboles, entre ellos una palmera de la avenida Diagonal. Su momento más álgido, o al menos me lo pareció a mí, fue hacia las nueve y media de la mañana, la hora en que, en este nuevo mundo de restricciones, los bares y restaurantes tienen que cerrar. Más de uno y de una quedaron empapados en la calle, sin refugio, tuvieron que salir corriendo de los locales, que bajan las persianas puntuales para evitar posibles multas.
Barcelona y el coronavirus
En la calle, como en casa
La pandemia ha puesto de manifiesto toda una serie de deficiencias en el espacio público que la ciudad está en la obligación de subsanar
Un sintecho carga su móvil en la terraza de la Rambla de Catalunya en la que se cobija durante el toque de queda. /
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