El otro día expulsaron a Messi, señal de que el Barça no se encuentra y de que el dinero no da la felicidad. En teoría, las cosas se arreglarán cuando sean las elecciones, las del Barça, cuya campaña ha ido a coincidir con las otras, las del Parlament, en un fenómeno inquietante y, a la vez, sincero. Está bien que alguien lo diga de una vez, aunque haya tenido que ser el calendario, para que todo el mundo aprecie cuánto se parecen las campañas políticas a las futbolísticas. Al cabo, lo que ha hecho el PSC con Salvador Illa es lo que hizo Joan Laporta frente al Bernabéu: desplegar la pancarta pero sin pancarta.
Alianzas políticas
Lo que dura un amor
El divorcio del Gobierno no deja de ser una quimera que algunos pretenden: no hay más que ver lo mucho que se pelean el PSOE y Unidas Podemos, garantía para el éxito de los matrimonios
El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. /
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