LIBERTAD CONDICIONAL

Una princesa para Ibáñez

El dibujante Francisco Ibáñez. / Elisenda Pons

Hace ya más de ocho años, publiqué en otro diario un artículo titulado 'Un príncipe de Asturias para Ibáñez' en el que yo decía que no entendía cómo podía ser que Hergé tuviera en Bélgica un museo dedicado a Tintin, que Goscinny y Uderzo fueran poco menos que héroes nacionales en Francia gracias a Astérix y Obélix y que aquí despreciáramos a Ibáñez y le viéramos como un simple dibujante de tebeos y no como lo que realmente es: un genio.