Pros y contras

¿Por qué vivimos?

Lluís Soler, Maria Rodríguez, Elena Tarrats y Joan Amargós en un momento de ’Les tres germanes’. / SÍLVIA POCH

El Teatre Lliure ha tenido que cancelar las funciones programadas de 'Les tres germanes', el clásico de Chéjov dirigido por Julio Manrique y adaptado por él mismo y por Cristina Genebat y Marc Artigau. La buena noticia es que el montaje ahora está disponible a través de la plataforma El Lliure al sofà. Es recomendable verlo con un poco de escenografía casera: a oscuras, sin que nada interfiera en el desarrollo lento, continuo, persistente, de esta tragedia soterrada y tristísima.

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Es una pieza magnífica -con unas tres hermanas colosales y con unos actores en estado de gracia- que tiene la virtud, desde el primer momento (la nueva escena sobrecogedora del funeral del padre), de entender y capturar la esencia de Chéjov: el llanto por una felicidad que nunca tendremos. Esta atmósfera pastosa, donde se palpa el vacío que, poco a poco, va estallando, que tiene cuerpo y alma, la emoción dilatada, el fracaso. "Si pudiéramos saber por qué vivimos", dice Olga, la hermana mayor. Además, aparece el samovar reglamentario, un atrezo simbólico. Corran a buscar una tarde invernal para hundirse en el sofá del Lliure y llorar por las rusas (y tan nuestras) ilusiones que se desvanecen.