"We love you. You are very special!", consoló Donald Trump a la extravagante multitud que había invadido y causado destrozos en el Capitolio. Fue el canto del cisne de un tipo que nunca debería haber llegado a presidente de la primera potencia del planeta. Pero él estaba, por decirlo de alguna manera, en el peor lugar en el peor momento. Y tuvo suerte. Y ha ocupado la Casa Blanca durante cuatro años. Pero el millonario de la piel naranja, que nadie se engañe, no es causa. Es sobre todo consecuencia, el síntoma de una dolencia. Y sus cuatro años como presidente deberían actuar como una alerta.
El espejo estadounidense
Trump y el mundo de hoy
Los votantes de Trump no son producto de ninguna mutación extraña, ni radicalmente diferentes de los demás, por eso lo que tenemos delante es tan peligroso
El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump. /
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