Consecuencias del asalto

El primero de la clase o de cómo EEUU creyó poder dar lecciones de democracia

La gestión que se haga de los hechos del Capitolio marcará un precedente muy importante a nivel internacional

Seguidores de Trump en el exterior del Capitolio.

En 1945, las potencias aliadas que habían vencido al nazismo en Europa y a Japón en el Pacífico impulsaron la creación de la Organización de las Naciones Unidas. En paralelo, los Estados Unidos de América iniciaban a través del presidente Roosevelt un conjunto de instituciones económicas bajo el nombre de sistema de Bretton Woods, con la intención de promover su modelo económico entre otros estados. En esos primeros años de la posguerra, entre 1946 y 1947, se hizo evidente que las dos superpotencias militares y políticas tenían una visión opuesta del panorama internacional. Esas dos visiones nos llevaron a la Guerra Fría y es desde esa etapa que EEUU se autoabanderó como adalid de las democracias liberales. De la misma manera que Roosevelt pronto comprendió que liderar el bloque occidental en Guerra Fría tenía costes a muchos niveles, Trump no ha querido acatar ninguno de los costes que supone hoy en día seguir actuando como líder mundial de ciertos valores. Girando la vista hacia otro lado, moviendo la mano con ese gesto tan característico suyo que parece decir “quita, quita”, o restando importancia a errores, el vigente presidente de EEUU y quienes le apoyan han abierto, aún más, la brecha y la confusión en el debate de fondo: ninguna democracia es perfecta pero ¿sigue siendo el modelo menos malo para gobernar un país?