El discurso real del año de la peste fue como el resto del año. El mensaje navideño más esperado y luego visto y oído jamás por los españoles en toda su historia malhumoró bastante y le quitó brillo a una Nochebuena que necesitábamos reanimadora. Cuando acabó, cuando la gente percibió que había acabado, que los guionistas habían decidido no darles lo que ella esperaba, para bastantes personas sensatas luego la sopa de 'galets' resultó estar poco ligada, el cabrito les pareció soso, del besugo quedó la sensación de que siempre hay que recelar de él porque suele esconder alguna espina, mientras los del pollo relleno echaron en falta ingredientes más serios y gustosos e incluso los barquillos supieron a reblandecidos, parecían haber sido reaprovechados de los viejos años con los que se necesitaba marcar distancias.
El discurso del Rey
Esta vez no era el hijo del chófer
Mientras repiten su cantinela, la realidad desmiente que este país sea ciego, mudo y sordo
El Rey Felipe VI en su mensaje de Navidad a los españoles /
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