¿Una luz al final del túnel?

Ya hace mucho que dura. La gente esta cansada. Ha llegado la Navidad y ha vuelto a subir. La gente necesitamos un poco de esperanza, de futuro. Necesitamos volver a la normalidad y esto se traduce en fatiga, malestar y cabreo. En esta crisis parece que todo el peso para resolver el problema recae sobre los ciudadanos. No hay tratamiento. Solo nuestros cambios de conductas. La gente está enfadada, incluso movilizada. Los gobiernos y los partidos en el gobierno se desgastan. Y lo que es peor, la manipulación política de este malestar. Una oposición que hurga en la herida y unos gobiernos que no lo llevan suficientemente bien, que no comunican suficientemente bien. Que no dicen las cosas suficientemente claras. La vacuna es la solución. Tras nueve meses de oscuridad, ya la tenemos. Ya tenemos una luz al final del túnel. Y hay que hacer gestos para que todo el mundo vea esta luz. Es por eso que los gobiernos han apretado para que las agencias del medicamento aceleren sus autorizaciones y lo antes posible se pueda empezar a administrar las primeras dosis. Se ha hecho un gran esfuerzo. En un tiempo mínimo tenemos resultados. Tenemos garantía absoluta de que las vacunas, una vez evaluadas y autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento, son realmente seguras. Se han acortado todos los plazos para alcanzarla. Ahora no vale perder tiempo para empezar a administrarla. Empecemos y eso calmará los ánimos. Dará esperanza. Señalemos la luz al final del túnel. Algo que hay que decir, sin embargo. La vacuna forma parte de la solución, pero no es la solución por sí sola. No será inmediato. Hay que decirlo para evitar nuevos desencantos y frustraciones. Este 27 de diciembre empezamos a vacunar. Es positivo. Pero no tendremos la crisis resuelta todavía. No se comenzará a vacunar a todo el mundo al mismo tiempo. No es lo adecuado y no es posible. Las vacunas irán llegando secuencialmente. Hay que empezar por las personas de máximo riesgo e ir continuando. Sin embargo, teniendo unas vacunas eficaces no es suficiente. La eficacia es el resultado en condiciones controladas, de laboratorio. Es lo que sabemos ahora. Pero es bien distinto cuando esta misma vacuna eficaz se administra a la población ampliamente. Es la efectividad, y depende de la eficacia, pero también de la accesibilidad real, de la logística, de factores individuales, mutaciones y muchos otros factores, pero por encima de todo, de hasta qué punto la gente esta dispuesta a ponerse la vacuna. Si un 70% de la población la recibe y tiene una eficacia muy alta, del 90%, como la mayoría de las que dispondremos del Covid, tendremos un 63% de inmunizados. Añadamos un 10% de ya inmunizados por haber pasado la enfermedad y por otros factores, y tenemos un 73% de la población inmunizada. Y vacunar a un 70% es un éxito. Para alcanzar la inmunidad de rebaño necesitamos en torno a un 70% de inmunes. Y que me perdonen los matemáticos por un cálculo tan simple. Hay trabajo por delante. Y entre un 25% y un 30% de los ciudadanos o no quieren o no tienen claro el ponérsela. Difícil, pero se puede lograr. ¿Cuando? No antes de finales de verano, yendo todo bien. Más de medio año por delante. Hay luz, pero el túnel es largo. Mientras tanto iremos teniendo subidas y bajadas de los indicadores. Tendremos que continuar con las medidas actuales: distancia, manos, mascarilla y ventilación. Y restricciones. Y, puede ser, confinamientos totales o parciales. Y la economía sufrirá. Y mucha gente va a sufrir todavía. Hay una luz al final del túnel. Es una buena noticia. Vamos por el buen camino. Es una bocanada de aire. Son buenas noticias, pero el túnel es largo.

¿Una luz al final del túnel?

La vacuna contra el covid-19 nos da esperanzas y forma parte de la solución, pero no es la solución por sí sola. No será inmediato. Hay que decirlo para evitar nuevos desencantos y frustraciones

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