La Navidad confinada que nos disponemos a celebrar me está haciendo viajar a la Navidad de mi infancia, también confinada. Era otro confinamiento, sin Papá Noel, ni amigos invisibles, ni pistas de esquí, ni grandes superficies, ni regalos. Un confinamiento en nuestra burbuja familiar plagado de rituales, de pequeñas tradiciones, que llenaban la atmósfera de felicidad y nos ayudaban a dar sentido al paso de las horas. La vieja fantasía ha sido reemplazada por nuevos ritos.
Tradición arraigada
Aquel 'tió' de Nadal
El padre Borotau, un escolapio que había pasado largo tiempo en Cuba, preguntó discretamente cómo funcionaba el “mecanismo”. Él, todo un experto en misterios teológicos, desconocía aquel milagro de Navidad
Un ’tió’ en la feria de Nadal de la Sagrada Família. /
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