RENACER TRAS EL VIRUS

¿Quo vadis, Barcelona?

No se trata de matar a la gallina de los huevos de oro, sino de diversificar el monocultivo del turismo: nuevas tecnologías, sanidad, cultura

El Hotel Lloret, en la Rambla, flanqueado de comercios cerrados. / FERRAN NADEU

Hasta el último diciembre, en la Gran Via, la arteria más larga de la ciudad, con sus 13 kilómetros, las luces de Navidad reproducían onomatopeyas gozosas: «Ding, dang, dong», «nyam, nyam, nyam», «txin, txin, txin», «muac, muac, muac». Los sonidos de los villancicos, las digestiones, los brindis y los besos que no nos daremos. En este año bisiesto de infortunios, las luminarias son más sobrias: círculos de colores, un remedo de las bolas que adornan los abetos –o de los aros de antiguas euforias olímpicas–, y un letrero enorme, en la encrucijada de la avenida con el paseo de Gràcia, que grita: «Barcelona». Así, a secas, sin alusión alguna a estas fiestas aguadas, como si la ‘gran encisera’ necesitara reafirmarse, recuperar su identidad y autoestima. «Quo vadis, Barcino mea?».