Mi primera relación con un diario fue pisotearlo. Páginas abiertas sobre el suelo de casa recién fregado por mi madre. Luego, cuando bajaba al quiosco para comprárselo a mi abuelo y zamparme un chuche con el cambio. Más tarde al llevarlos apilados al trapero para rascar dos o tres pesetas al peso. También los usaba para forrar libros, hacer gorros o barquitos. Pero mi vivencia epifánica con un diario fue cuando mi hermano mayor llegó a casa muy excitado. Blandía el primer ejemplar de ‘El País’. Pasaba las páginas con devoción y me fijé en que el habitual desfile de hormigas de los diarios de la época aparecía aquí ordenado, pulcro y atractivo. Se leía con facilidad. Nuevos contenidos en nuevo estuche. Corría el año de 1976. Desde entonces, para mí, los diarios han sido una especie de mapa del tesoro de la realidad.
EL FUTURO DE LOS PERIÓDICOS
Los diarios son ventanas
La prensa pasa por un momento difícil, pero es precisamente ahora cuando el diseño gráfico puede salvar una cabecera
Elementos del nuevo diseño de EL PERIÓDICO.
Lo más visto
- Niño Becerra lanza un aviso a los que van a pedir una hipoteca: "A partir del mes de junio..."
- Los comercios del extinto Llobregat Centre de Cornellà perdonan 1,3 M de deuda a cambio de "malvender" sus locales
- El Govern convoca de urgencia a Renfe para abordar el "desastre diario en Rodalies" tras el fallo en la renovación de los títulos gratuitos
- Buenas noticias: si naciste este año, cobrarás el 100% de la pensión de jubilación
- El nuevo bachillerato que arrasa en Catalunya: así es el ‘Batxibac’