Pocos dudaban que las últimas semanas de Donald Trump en la Casa Blanca traerían consecuencias para Oriente Próximo y el Norte de África. Algunas apuestas apuntaban a una profundización de la máxima presión sobre Irán; otras aseguraban que daría las últimas puntadas a su estrategia hacia Israel/Palestina, que incluyó un traslado de embajada, un ‘acuerdo del siglo’ que poco tenía de paz, el cierre de la oficina de la OLP, un golpe casi mortal a la agencia para los refugiados palestinos y, como último ‘éxito’ la normalización de relaciones entre Israel y algunos países árabes. Tras Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Sudán, Marruecos se perfilaba como uno de los candidatos predilectos. A cambio de que Washington reconociera su soberanía sobre el territorio del Sáhara Occidental, siguiendo un patrón de política exterior pretendidamente transaccional que va mucho más allá, ya que valida las acciones unilaterales y consolida asimetrías de poder a nivel global. El intercambio tripartito de concesiones pone, como en tantas otras materias, en un brete a Joe Biden.
ACUERDO TRIPARTITO
Autodeterminación rehusada, conflictos perpetuados
El intercambio de concesiones de EEUU, Marruecos e Israel pone, como en tantas otras materias, en un brete a Joe Biden.
Una mujer marroquí sostiene una bandera de EEUU. /
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