Hace unos días Andreu Claret escribía que el catalán era otra víctima del ‘procés’, de la ruptura de los consensos que había provocado la tensión secesionista desde 2012. El resultado es que el uso de la lengua catalana se ha estancado e incluso retrocedido en el área metropolitana, particularmente entre los jóvenes, según algunos estudios recientes. Pero como subrayaba Gonzalo Torné en otro artículo reciente, pese a lo que periódicamente reiteran algunos agoreros del idioma, “la estadística es tozudísima: el catalán nunca había tenido tantos hablantes, canales de televisión y radio, editoriales y escritores”. El uso social del catalán es un gran éxito de los últimos 40 años gracias al marco de protección y promoción que le ofrece la democracia española y el autogobierno. Pero Claret tiene razón en que la lengua ha salido perjudicada del ‘procés’ porque se ha asociado con el independentismo y en que algo profundo en la sociedad catalana se ha roto sobre esa cuestión.
El debate de la lengua
El espejismo del consenso lingüístico
Con el ‘procés’ se ha resquebrajado el acuerdo implícito en Catalunya sobre el uso social e institucional del catalán
Concentracion de Som Escola en apoyo a la inmersion linguistica en Catalunya, ante el Ayuntamiento de Barcelona, en el año 2018. /
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