Dos miradas

En el bosque

Fotografías con los rostros de las víctimas de Prijedor durante la guerra de Bosnia, este viernes en un parque en Sarajevo (Bosnia). Las imágenes muestran 3.176 bosnios y croatas, incluidos 102 niños, naturales del pueblo de Prijedor, que fueron matados por serbobosnios durante la guerra de Bosnia, entre 1992 y 1995. El 31 de mayo es el día recordado como el de los brazaletes blancos, distintivo que debían llevar bosnios y croatas, para distinguirse de los serbobosnios. / Fehim Demir (EFE)

Uno de los momentos más emocionantes de la obra 'Encara hi ha algú al bosc', que se ha estrenado en Temporada Alta y que se podrá ver en el TNC en enero, es el instante en que descubrimos el porqué del título. Una mujer croata, Nevenka, que fue violada por militares serbios, pide que no la filmen entrando en el bosque porque "tengo la sensación de que todavía hay alguien allí”. Es el resumen trágico, la esencia del drama que el colectivo Cultura i Conflicte trata de explicar con esta pieza teatral, con un documental y con una exposición fotográfica (tres visiones de un solo viaje al horror) que recogen el testimonio de las mujeres que fueron humilladas durante la guerra de los Balcanes. Y los hijos que nacieron de aquella violencia desatada, de aquel odio programado, de la utilización de las mujeres como campo de batalla.

El eco de aquella carnicería en la Europa que cerró los ojos y susurró tímidas protestas, hace 30 años, todavía está presente. En la memoria de la piel que fue torturada o en la desmemoria de un balneario de Bosnia, que fue escenario de tantas iniquidades y que ahora se promociona como un paraíso. Aún están ahí. Todavía se oye el rumor.

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