Dos miradas

Lo he visto

Diego Armando Maradona celebra un gol del Barça. / EP

No habría que añadir nada más. O quizá sí, porque una figura como la de Maradona va más allá de lo que él era y se implanta en el que nosotros somos. No nos reflejamos en él, pero hemos sido contemporáneos. Lo hemos visto. "Ho visto Maradona", como ha titulado 'La Gazetta dello Sport' y como cantan los napolitanos. Hemos visto cómo consumía y cómo se consumía, cómo la belleza auténtica de su fútbol devenía caricatura en una larga, continuada decrepitud física y moral. Y lo hemos observado mientras trabajábamos o nos amábamos, cuando nos aburríamos o también cuando mirábamos partidos de fútbol, otros, mientras Maradona se diluía en la exageración.

Uno de los fundadores de la Iglesia Maradoniana, Alejandro Verón, decía que tenía "una religión racional, la católica; y después la que se fundamenta en el corazón y la pasión, la de Diego Armando". Todos hemos exagerado, estos días, cuando hemos dicho que era un dios, el Dios. Será por eso (¡y también para hacer frente a la competencia!) que el Vaticano, aunque el Papa es argentino, ha sido el único estamento que no ha hablado de divinidades. "Falleció Maradona, poeta del fútbol". Lo vimos. Vivimos mientras él estaba vivo.