Acabo de recibir hoy mismo en casa un libro clásico sobre el fútbol como fenómeno antropológico, 'The soccer tribe' (la tribu del fútbol), escrito por uno de los grandes especialistas, Desmond Morris, y la casualidad hace que la primera página contenga una foto en la que se ve a Diego Armando Maradona aupado por sus compañeros de selección y portando el trofeo de campeones en el Mundial de México. Un Mundial donde protagonizó las dos jugadas más comentadas en la historia del fútbol, la de un gol que le llevaría al cielo de las excelencias futbolísticas y la del otro gol, que a cualquier otro futbolista le hubiera condenado al infierno del oprobio, pero no a él, que lo validó como la mano de Dios. La suya. Y como los dioses tienen la facultad de decidir qué es lo que está bien y lo que está mal, también tienen el poder de decidir que es un gol válido.
Adiós a una leyenda del fútbol
La iglesia maradoniana
La identidad futbolística puede llegar a tener tanto arraigo personal y colectivo como la religiosa
Velas y muestras de pésame por la muerte de Diego Armando Maradona a las afueras del estadio del Nápoles.
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