Ya estamos metidos en otra carrera. No me extraña que tengamos grandes campeones en motos y coches porque nos encanta la competición. Y el riesgo. Ahora parece que se trata de ver quién llega mejor a la Navidad. Da igual que el coronavirus siga por ahí a su bola, que lo más importante para algunos es intentar “salvar la Navidad”. Como a un soldado Ryan cualquiera; igual de absurdo. A lo mejor podríamos empezar por salvar los negocios que han permanecido cerrados a cal y canto, sin ayuda de ningún tipo en el caso de Catalunya. Y tampoco estaría de más que alguien con mando en plaza aclarase por qué en el resto de España se ignoraron durante varias semanas los buenos resultados obtenidos en Madrid a través de los tests de antígenos. Se están tomando decisiones que afectan a nuestra salud, nuestro bolsillo y nuestras libertades, pero se explican poco. Y si a todo esto le añadimos la obsesión por “salvar la Navidad”, que Dios nos coja confesados.
Al contrataque
¿Feliz Navidad?
La mezcla de políticos erráticos y ciudadanos cabreados puede derivar en un cóctel explosivo que nos conduzca a una tercera ola
Simulación de las luces de Navidad en las calles de Barcelona.
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