Retrato sin adornos de dos creadoras

Lola y Aretha, modelos de nada

Idealizar una vida es una forma de agrandar la brecha personal, la que hace que ante una artista hablemos más de sus anécdotas vitales que de su obra

lola / MONRA

Lola Flores era única, pero lo repetimos tanto que no quiere decir nada. Pasa con lo que se dice solo con el corazón, como si la admiración no pudiera tener límites y salir de la cabeza. La Faraona protagoniza el trabajo reconocido este año con el Premio de Investigación del Flamenco Ciudad de Jerez. Es obra de la catedrática de antropología de la Universidad de Sevilla Cristina Cruces Roldán y se titula 'Ni canta... ¿ni baila? El baile flamenco de Lola Flores en la cinematografía de la hispanidad (1953-1956)'. El análisis sobre cómo la intérprete de 'Pena, penita, pena' incorporó los elementos de la danza jonda a sus actuaciones, lleva a afirmar a la investigadora que la jerezana se convirtió "en el icono visual del flamenco" y "en embajadora cañí" al otro lado del Atlántico.