Viajo hacia Lledoners un distópico sábado por la mañana: la C-16 permite un viaje en coche en absoluta soledad y repostar en una gasolinera donde el encargado y yo nos miramos como si fuéramos los dos útlimos supervivientes del planeta. Cuando llego a la prisión, y veo que solo somos cuatro visitantes mal contados, entiendo que la pandemia ha aislado todavía más a los presos, con el castigo añadido de haber sido expulsados de la actualidad por el maldito virus. Y cuando atravieso seis o siete puertas antes de llegar al locutorio, pienso que qué barbaridad que unos políticos, por desobedecer, sean tratados y encerrados como si fueran unos asesinos.
España encallada
Todos terroristas
De izquierda a derecha, Joaquim Forn, Jordi Cuixart, Oriol Junqueras y Raül Romeva, antes de su nuevo ingreso en la prisión de Llenoders, el pasado 28 de julio. /
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