La última aportación de Donald Trump a la distorsión de las convenciones políticas es su empeño en no aceptar la victoria de Joe Biden y buscar cobijo en los tribunales para lograr del veredicto de los jueces lo que las urnas le han negado. Aunque tal operación no alcance el objetivo principal de lograr la reelección –la suerte está echada–, es más que verosímil que le sirva al presidente para acercarse a otras metas con efectos y repercusión imprevisibles, en especial en cuanto atañe a la consolidación de la figura del hombre-pueblo, caracterizada por el sociólogo Pierre Rosanvallon en 'El siglo populista', al arraigo del líder que, como hizo en la campaña del 2016, proclama sin asomo de duda: “Yo soy vuestra voz”.
Análisis
El hombre-pueblo deja un legado
Trump tendrá una capacidad de influencia en Estados Unidos que hasta ahora no ha tenido ningún otro candidato a presidente derrotado
Donald Trump. /
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