EDITORIAL

Europa respira aliviada

El relevo en la Casa Blanca servirá para restaurar la sintonía y el clima de complicidad entre las dos orillas del Atlántico

Seguidores de Biden y Harris en Wilmington, Delaware. / REUTERS / KEVIN LAMARQUE

La Unión Europea acoge con indisimulado alivio la victoria de Joe Biden después de cuatro años de complejas relaciones con la Administración de Donald Trump. El relevo en la Casa Blanca servirá para restaurar la sintonía entre las dos orillas del Atlántico, aunque perviva el vínculo especial con el Reino Unido y la preferencia de Washington por el Brexit, probablemente de forma menos explícita que hasta ahora. Está muy arraigada en Estados Unidos la opinión de que los europeos se han dotado de una estructura débil y poco operativa, y de que la unión monetaria es una experiencia llena de carencias. Pero, aun así, es lógica la impresión de que con Biden se restablecerá el clima de complicidad que prevaleció durante el mandato de Barack Obama y de que se moderarán los reproches a los socios de la OTAN por la insuficiencia de sus presupuestos de defensa.

Para la economía europea es esencial desandar los últimos cuatro años para acabar con la presión proteccionista y la penalización arancelaria practicada por Trump, que afecta a las exportaciones de varios países, entre ellos España. En plena contracción de las economías del continente a causa de la pandemia, resulta esencial reducir cuanto sea posible los obstáculos a los flujos comerciales para compensar la atonía del mercado interior. Difícilmente Biden tomará medidas que le enfrenten a los sectores de trabajadores agrícolas e industriales cuyo voto no ha recuperado en la proporción que esperaba: su reto será hasta qué punto las guerras comerciales pueden perjudicarles más que beneficiarles.  

Asimismo, es dudoso que la victoria de Biden provoque un retroceso de la extrema derecha europea, que ha hecho de Trump su primera referencia. A pesar de la derrota, el discurso del rencor sostenido por el presidente puede seguir dando argumentos a los promotores de un nacionalismo descarnado y antieuropeo que ha visto en el camino seguido por Trump el rumbo adecuado para violentar el sistema. La prédica 'trumpista' se proyecta de forma explícita en el populismo ultra en auge –la Liga Norte, Vox, Alternativa para Alemania y otras ofertas– y no es ajena al comportamiento de gobiernos como el polaco y el húngaro. Lo único realmente tranquilizador para salvaguardar el proyecto europeo de ominosas injerencias es que al menos el altavoz de la Casa Blanca dejará de funcionar el 20 de enero.