AL CONTRATAQUE

¿Cómo es que tanta gente votó a Trump?

Sabemos poco de lo que sienten, sufren y defienden los votantes republicanos

Un centro de escrutinio de votos en Detroit, Michigan. / AFP / JEFF KOWALSKY

Trump es mentiroso, frívolo, despectivo, provocador, arribista, inculto, tramposo... Todo eso nos parece evidente visto desde Europa y visto desde medio Estados Unidos, con pruebas precisas de cada uno de esos defectos. Pero millones y millones de personas han vuelto a votarle: prácticamente la otra mitad de Estados Unidos. ¿Hay allí tanta gente mala y sectaria? Sin duda muchos. Pero en la TV hemos visto también personas que le apoyan que parecen muy similares a nuestros compañeros cotidianos del ascensor de casa y no dan ninguna impresión de ser fascistas radicales o mala gente resentida. Simplemente hablan de que ante los problemas actuales son más necesarios los dirigentes tajantes y con pocos escrúpulos, como Trump, que los muy desgastados políticos tradicionales, que en su mayoría han acabado convirtiéndose en una casta vividora y distante que no atiende las verdaderas necesidades de las personas. A muchos nos gustaba Obama, por ejemplo, y el mundo por el que trabajaba, pero ellos le consideran un hombre blando e ingenuo que contribuyó a un declive imparable de Estados Unidos.

Probablemente estamos tan superficialmente informados de las realidades de nuestro país como de las de aquel. La comunicación de impactos y la reducción de todo a blancos y negros nos han llevado a una diferenciación con pocos matices entre lo que queremos y “los nuestros” y “lo otro”. Los medios de comunicación españoles más masivos solo nos ofrecieron contrapuntos sobre Hillary Clinton y lo que representaba, las razones por las que mucha gente decente y seria no la quería, después de su derrota. Ahora nos han explicado con poco detalle y equidistancia lo que sienten, sufren y defienden los votantes republicanos (a los demócratas los equiparamos más o menos a nosotros). Desde aquí deseábamos la victoria de Biden y la expulsión de Trump con la misma sencillez con que esperamos la victoria del Barça cuando se enfrenta al Madrid, tirando de eslóganes y clichés. Cada vez es más delgada la capa de los ciudadanos que desean acceder a conocimientos más precisos y contrastados sobre las cosas. Dicen que se ha democratizado la información, pero en realidad sabemos poco.