Editorial

La jornada escolar en tiempos de virus

Cualquier decisión sobre el horario lectivo debe ser tomada con consenso y en el marco de una reflexión más general sobre la organización horaria

Dos alumnas del instituto escuela Lluís Millet de Santa Coloma de Gramenet, en clase. / FERRAN NADEU

Implantar la jornada completa (de 9 a 14 horas) en las escuelas es una vieja demanda de algunos colectivos. Con el coronavirus, sus defensores aducen que cobra mayor sentido puesto que reduce la movilidad. No es esta la postura del Govern. Son muchos los argumentos que la ‘conselleria’ aduce para rechazar en la primaria este horario. Por encima de todo, las dudas sobre su efecto en el rendimiento escolar. Además, retrasa la hora de la comida, incrementa las desigualdades educativas y genera problemas de conciliación familiar, en un momento en que la logística familiar ya está lo bastante tensionada por los confinamientos intermitentes y la necesidad de adaptar horarios al toque de queda y de proteger a los abuelos.

Mientras que los defensores de la jornada completa aseguran que las horas de mayor concentración del alumnado es por la mañana, otros expertos apuntan la dificultad de mantener la atención durante tantas horas seguidas, aún más en aquellos estudiantes con problemas de aprendizaje. El debate es relevante. Precisamente por ello es imprescindible que cualquier decisión sea tomada con consenso y en el marco de una reflexión más general sobre la organización horaria que el contexto actual ha hecho más pertinente.