En el exterior de una residencia, una familia entera pega sus rostros con mascarillas contra el cristal de una ventana. Al otro lado, una abuelita sonríe con un aire triste porque los tiene cerca pero en realidad están muy lejos. Esta escena conmovedora se ha podido ver este fin de semana en miles de residencias de gente mayor, y nos recuerda lo que pasó y nunca debe volver a suceder. Porque ya nos olvidamos de ellos en la primera ola, cuando los dejamos morir aquí y en medio mundo, y descubrimos demasiado tarde que nuestros impuestos tampoco servían para salvarles la vida. Luego, cuando vino el confinamiento más duro, se priorizó el horario de los niños al de los abuelos, con la excusa que los primeros tenían que desfogarse y los segundos tenían que protegerse.
UN COLECTIVO CASTIGADO
¿Priorizaremos esta vez a la gente mayor?
La tercera edad debe tener prioridad sobre cualquier colectivo durante la segunda ola de coronavirus
Sillas de ruedas y andadores en una residencia de Leganés. /
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