A Donald Trump le impulsó a la Casa Blanca el descontento de las capas más populares de la población blanca, un nacionalismo extremo bajo la idea de que la grandeza americana se mantiene de fronteras para adentro y una turbia trama rusa que él mismo se ha encargado de ir tapando a medida que aparecían nuevas revelaciones. A pesar de esas injerencias –parece que no menores- nadie puso en duda su victoria, se le desplególa alfombra roja para que entrara sin mácula en el despacho oval. La pregunta ahora es cuántos de esos factores seguirán siendo decisivos para su reelección.
ANÁLISIS
Elecciones en río revuelto
Trump no se ha cansado de repetir, sin ningún tipo de pruebas, que la votación puede ser amañada
Una mujer deposita su voto en Wisconsin. /
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