Pleno otoño y el virus no desaparece. Sigue muy presente en nuestras vidas afectando cada pequeño gesto. Al desconcierto inicial le siguió una obediencia cívica muy activa, como respuesta a las apabullantes cifras de personas que fallecían. Llegó después el verano y las ciudades se vaciaron en una mezcla de suspiro y melancolía. Repartidos por todo el territorio como un gran tablero con distancias de seguridad, las poblaciones pequeñas se sorprendían de las aglomeraciones y en las grandes, en los barrios y zonas que otros años habrían sido inundadas de turistas de veraneo, se quejaban de lo contrario, de la falta de visitantes. Así, sin darnos cuenta, llegó septiembre y con él, la vuelta al colegio. ¿Y ahora qué?
Vecina de Gràcia
La fatiga en el barrio
Incluso quienes más obedientemente siguen las recomendaciones públicas empiezan a acusar un cansancio
Tiendas cerradas en el centro de Gràcia, Barcelona, en marzo. /
Lo más visto
- Manolo García: “De estas elecciones me ha gustado que, de cada dos catalanes, uno no ha ido a votar”
- Tres turistas catalanes mueren en un tiroteo en Afganistán
- Los bancos tendrán que ofrecer a sus clientes morosos renegociar la deuda antes de llevarles al juzgado
- Marc Janeras: "Los gestores de Rodalies han conseguido vaciar el tren; están desmantelando el uso de la R3"
- Una madre y una hija farmacéuticas y un directivo de una empresa química, las víctimas catalanas del ataque terrorista en Afganistán