Violencia oculta

Nosotras, las sin voz

En el feminicidio, el agresor niega cualquier derecho a su víctima para afirmar su derecho absoluto de controlarla

Zapatos rojos como símbolo de la violencia machista en México / EFE

Entre 2005 y 2009 en Manitoba, una remota colonia menonita en Bolivia cuyos residentes se oponen a la modernidad, muchas mujeres y niñas se levantaban por la mañana con sus cuerpos doloridos y aletargados, a menudo sangrantes, consecuencia de haber sido agredidas sexualmente por la noche. Ellas no lo sabían y solo guardaban la sensación de que algo terrible les había sucedido. Se les hizo creer que se debía a fantasmas y demonios. Se les llegó a acusar en la comunidad de mentir para llamar la atención o para cubrir adulterios; incluso se les achacó un exceso de imaginación. En 2009 nueve hombres fueron detenidos. En 2011 un Tribunal boliviano los condenó a prisión por violar y abusar sexualmente de 130 mujeres y niñas, de entre 3 a 65 años, dentro de esta pequeña comunidad religiosa utilizando un anestésico para animales. Pero no todas las mujeres violadas fueron incluidas en el proceso judicial, y se cree que el número real de víctimas es mucho mayor. La escritora canadiense Miriam Toews, este año 2020, partió de estos hechos reales en su libro 'Ellas hablan', donde dio voz a las mujeres de la comunidad, aquellas que Ona Friesen, una de sus protagonistas describía como “mujeres sin voz. Mujeres fuera del tiempo y del espacio, sin siquiera el idioma del país donde vivimos”.